(Finalista del VI Certamen Poético "Luna Azul")
El monje recorre los pasillos,
como si fueran infinitos
y ajenos a cualquier deterioro.
El blanco fulgor de su hábito
recibe el sol de domingo, como al nevero la sed.
Todo simula no acabarse,
-errantes las sandalias
en el claustro anónimo y profundo-
y al final,
en el centro-lugar donde nunca hay que escaparse,
porque siempre está contigo,
la latencia se repite
como salmo melancólico sin nombre,
bajo los rayos de luz
del convento en que consistes.
Tuya es la paz que robas al terror,
tuyos los secretos de silencio
que le añades a la calma, de sabor a caramelo,
de esta vida.
Feliz él
si en su clausura lo consigue,
feliz tú, si a cuerpo fiero lo percibes.
Norberto García Hernanz
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