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domingo, 12 de abril de 2009

Excálibur

Soy un Reino,
Un hombre, muchos hombres,
Una Reina, una mujer,
Soy un hierro en una piedra,
La ambición, la gloria
Y el poder.

Soy un sexo en un triángulo,
Soy mil caras en la mano.

Del acero del lago estoy forjada,
Tengo doble filo
Y corto por todos
mis lados.

Me sacan en procesión,
Me exhiben en bosques
Y palacios.
Mi color es el azul
Grisáceo,
Tengo poder de trueno
Y puedo sanar
Como un volcán.

Me llamo Excálibur
Y centelleo en la noche.

Tengo fulgores divinos
Y amo a Arturo:
Mi vaina es Ginebra,
La dulce, adúltera
Reina.
Mi primer Caballero
Es Sir Lancelot,
La pureza, la belleza,
La fortaleza.

Mirad cómo me muevo
En la mano
De un hombre noble.
Mirad mi símbolo
Cuando el pueblo me admira.

El pueblo soy yo,
Y yo soy el pueblo,
Porque Camelot nació
De mí, como la prole
Nace del pene.

Excálibur es mi nombre,
Zarandéame,
Pero no me maravilles:
Acabarás trinchado
Como un pavo.

Yo construí la Mesa Redonda,
Soy los brazos y la cabeza
De Arturo;
Su corona
Se hizo con mi metal.

Me llaman Excálibur,
Y soy mujer,
Pero no pienses
Que soy frágil.
Soy temible como la Pandora,
Fuerte y erecto,
Pacífica y terrible.
Empúñame con ganas y deseo,
Guíame por la senda
Del bien y del placer,
Que yo te daré felicidad.
Confía en mí, amor,
Camelot.


Eduardo Martínez-Rico

sábado, 11 de abril de 2009

Llora un lucero

Una estrella se apagó
y en el Universo llora un lucero,
una flor se entristeció,
el sol se escondía entero,
y un angelito voló; es su escudero.


Lía



Mi pequeña aportación a la memoria de Corín Tellado. Mi novelista favorita de aquellos años, que a pesar de la vida, defendió el amor como su talismán más preciado.

martes, 7 de abril de 2009

El sueño de Arturo

Sueña Arturo
cuando era joven
y soñaba con una mujer
joven, dura,
de senos tersos
y hocico de miel.
Sueña con Ginebra
cuando aún no había nacido
Ginebra,
llena de gracia,
de vida
y de algo más
que escondía en su pórtico
de acero
y cerveza lleno.

Sabe Arturo
que le está engañando
con el mejor de la mesa,
su querido, su amado
caballero.

Sueña Arturo
con los dos jóvenes
entrelazados
entre gemidos,
cabalgados por la pasión,
sus dedos explorando
los rincones de su cuerpo.

Piensa Arturo
con claridad
qué hacer con la traición,
y sí sabe qué hacer,
libertad para su amada,
libertad para su amado.
No va a perder,
tontamente,
tanta Reina,
tan gran caballero.
No lo va a hacer,
por más que no pueda
cruzar las puertas
su cornamenta
y el jugo regio de su mujer
no pare de fluir
por los cuatro arroyos
de Camelot.


Eduardo Martínez-Rico

Pasando va la Primavera

LLegaron las margaritas
pintaron malva las violetas,
pusieron las primaveras
versos blancos,
en la pluma de un poeta.

Cantó el gorrión apoyado
su pio en la madreselva,
una azalea curiosa
se enteró,
y deshizo su maleta.

El jazmín quiso despertar
y sacudió la maleza,
un gato se acurrucaba
dormidito,
su cuna la Madre Tierra.

Ya despacito llegó
la camelia fantasiosa,
puso un toque de color
se inclinó,
y besó a la Madre Tierra.

Y llegaron así al final
trinos, flores...
y primaveras.

Lía
7 Abril 2009

domingo, 5 de abril de 2009

SECRETOS DE SILENCIO


(Finalista del VI Certamen Poético "Luna Azul")

El monje recorre los pasillos,
como si fueran infinitos
y ajenos a cualquier deterioro.

El blanco fulgor de su hábito
recibe el sol de domingo, como al nevero la sed.

Todo simula no acabarse,
-errantes las sandalias
en el claustro anónimo y profundo-
y al final,
en el centro-lugar donde nunca hay que escaparse,
porque siempre está contigo,
la latencia se repite
como salmo melancólico sin nombre,
bajo los rayos de luz
del convento en que consistes.

Tuya es la paz que robas al terror,
tuyos los secretos de silencio
que le añades a la calma, de sabor a caramelo,
de esta vida.

Feliz él
si en su clausura lo consigue,
feliz tú, si a cuerpo fiero lo percibes.

Norberto García Hernanz

viernes, 3 de abril de 2009

El hijo de Arturo

Caballero Lanzarote,
mi caballero,
rogad por Arturo
en el momento
de su muerte

Cuando Excálibur
se hunda en su pecho
rogad por él, por mí,
por vos,
por nuestro hijo.

Eres hermoso, Lanzarote,
como una bella hogaza
de pan,
como el fruto prohibido
del mejor huerto.

Me gusta deshojar tu armadura,
acariciar tu muslo
blanco,
tu mirada de consuelo,
el estuche de tu fragancia.

Te he visto pelear,
Sir Lancelot,
y sé cómo lo haces.
Eres brillante
con la espada
y con la lanza,
rápido, brioso,
vibrante.

Lanzarote, poséeme
despacio como aquel día,
el primer mirar,
la verdad inerte
de nuestro amor.

Ponte aquí, mi amor,
que yo te conduzco
a mi pozo delicioso.
Te quiero tener
encima y debajo,
mi caballero,
leal asombro de mi amor.



Eduardo Martínez-Rico

HOJAS SECAS

Llegas. La tarde rojiza
despliega sus dulces alas
por las finas altitudes.
Anchura en la lontananza.
Arreboles de los besos,
que entre besos y palabras,
y entre palabras y besos
la tarde perlas desgrana.

Amarillean los besos.
Te vas. Seca madrugada.
Estrechez. Quietud. Umbría.
Opaca desesperanza.
Decrepitud en los labios,
besos que en la boca amargan.
Y secas, como un susurro,
sin alcoba, sin almohada,
sin cobertor, sin abrigo,
mueren secas las palabras.

Consuelo Aguayo.