
Son tus olas sonrisas
del mar en las estrellas,
amada mía.
Son tus olas reflejos
de las dunas
que me nacieron,
mía amada.
Tus olas son como anillos,
azules en constelación,
que me abrazan,
cintura perla,
tuya,
en los días de blanca
maroma,
de tierra rota,
de flojo porvenir....
Amada mía.
De flojo porvenir...
mi amada.
¿Y cómo eran tus olas
el día que te abandoné?
Cómo eran...
Amada mía.
Mis olas eran brillantes
lunas,
no en la noche,
no en la noche
porque contigo
imposible es la noche,
franja de espuma...
mi amada.
Imposible es la noche...
Ve, mira,
una blanca paloma
ha cruzado el Norte,
yo confundido,
y me ha traído hacia ti,
princesa de las noches,
los días, las lunas,
las tierras, los soles...
Amada mía.
¿Los soles?
Los soles
y mi corazón púrpura,
roto por ti,
amor.
Paloma,
llévame a lo más alto de tu nombre,
para ser anónimo.
Llévame lejos,
mitad mito,
mitad nadie...
Amada.
Nadie.
Compartir contigo,
sí, contigo,
lo que la soledad
clama en su desierto,
amor mío.
Sí, mío amor.
Amor.
Contigo.
Mío amor.
Poema perteneciente a mi libro El paraíso está en la tierra.
Foto de E.M.R.
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